Enséñame, Señor, a bien utilizar en el tiempo que me das,
para trabaja y emplearlo de tal manera, que no pierda un solo instante.
Enséñame a sacar partido de los errores pasados sin caer en el escrúpulo que martiriza.
Enséñame a anticipar todo Plan sin mortificarme, a imaginarme la Obra sin lamentarme si esta surge de otra manera.
Enséñame a unir la prisa y lo lento, la serenidad y el fervor, el coraje y la paz...
Ayúdame cuando comience mi Obra, ahí donde soy débil.
Ayúdame en el corazón de la Obra, a tener juntos los hilos de la concentración,
y sobretodo rellena Tu Mismo el vacío de mi obra.
Señor, y en toda Obra de mis manos, deposita una gracia para Ti para hablar a los demás
y un defecto de mí para hablar conmigo mismo.
Protege en mi la Esperanza de la perfección o de otra manera no seré más que un orgullo sin sentido.
Purifica mi mirar: cuando yo hago el mal, no es tan seguro de que sea mal, y cuando yo hago el bien, no estoy muy seguro de que yo haga bien.
Señor, permíteme, de nunca olvidar que todo saber es vano salvo donde hay trabajo, y que todo trabajo es vacío si no hay Amor, y que todo Amor es hueco si no me uno a mi mismo, a los demás y a Ti.
Señor, enséñame a rezar cada día con mis manos, mis brazos y toda mi fuerza.
Recuérdame que la Obra de mis manos te pertenece y que me pertenece entregártela, ofreciéndola a los demás.
Que si yo hago para que los demás me admiren, como la flor me marchitare todas las noches.
Pero si yo lo hago por el Amor del Bien, yo estaré siempre en el Bien.
AMEN.
La Oración del Compañero Albañil, Constructor de Catedrales es una bella plegaria que parece ser que se encuentra en el Index de la Iglesia Católica como una herejía. Está en los textos prohibidos de la Saint Sulpice en Paris y en la Catedral de Saint Michel en el Mont Saint Michel entre Normandía y el País Celta.
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