Toda búsqueda espiritual, empieza
con el planteamiento de estas tres preguntas ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? ¿Hacia
dónde voy?. Estas tres preguntas se convierten así en el motor del despertar y
compañeras de viaje hacia esa búsqueda
de la Verdad.
Cuando llamamos a la puerta del
Templo de una orden iniciática, no sabemos lo que nos vamos a encontrar,
entramos (o deberíamos entrar) por la puerta pequeña, ni desnudos ni vestidos, con los ojos
vendados, y nuestras mochilas vacías, y con pasos tambaleantes iniciaremos nuestro
recorrido, con nuestra confianza depositada en unos hermanos
que no conocemos, que no sabemos quienes son, pero se nos presentan como hermanos.
Antes de poder entrar en el
Templo, se nos exige estar en recogimiento con nosotros mismos, de regreso al útero,
a la cueva, a la madre, en un proceso de introspección, de vuelta a los
inicios… Y así, con un nuevo nacimiento, estamos preparados para empezar a caminar… Se nos ha abierto
la puerta, pero solo nosotros, seremos los responsables y los protagonistas de este verdadero recorrido hacia la Vida.
No se puede denominar iniciado a todo aquel que haya sido sometido a un proceso iniciático, pues una
persona no se convierte en iniciada por hecho de haber sido sometido a un
ritual, este ritual es la llave que va a permitir a todo aquel que osé, abrir la puerta de la conciencia.
Cuando decides ingresar en una
orden iniciática, y escribo desde mi propia experiencia, se da por supuesto que
todos los miembros que la integran tienen unas inquietudes, pensamientos,
creencias…, no idénticas, pero si de acuerdo a unos criterios espirituales
y materiales conformes a un ideal, a un objetivo, sea el que sea…, y que
por supuesto, no contraria por lo menos a los principios que promulga.
Quizás el verdadero problema está
en cada uno de nosotros, en no tener claro, desde la honestidad y la humildad,
qué es lo qué verdaderamente buscamos cuando nos convertimos en miembro de una
organización de este tipo, todo es lícito, todo es respetable, sino es contrario
a Derecho, pero debemos de conocer cuales son las consecuencias de nuestras
acciones y de nuestros actos y recordad sin olvidar, el verdadero significado de
las palabras e ir más allá de la apariencia.
Debemos preguntarnos una y otra
vez, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?, pues puede ser muy
peligroso para nuestro peregrinaje, olvidarnos quien somos, creernos que somos quienes
no somos, creer que hemos aprendido todo en nuestro camino de venida, del que
venimos "cargaditos de todo" y parece que con ansias de más, y lo peor, lo peor de todo, no saber hacia donde
vamos o dejarnos guiar por ciegos que creen haber visto la luz.
Me duele y me duele mucho ver como las escenas se
repiten, representando la misma obra teatral, son los mismos personajes pero
diferentes son los actores; Las máscaras de la tragicomedia son adornadas cada
vez con más florituras, cada vez son más los títulos, los nombres y renombres;
cada vez con más riqueza en los adornos de las vestiduras, alejándonos más de
la túnica sin costuras del iniciado. Cada vez más lejos del verdadero Mensaje
Crístico.
Y en definitiva, la sensación de lejanía de nuestra esencia, de las Enseñanzas de aquellos que dieron su vida por
el Credo del verdadero Conocimiento, aquel que no entiende de
diferencias, ni de razas, ni de estamentos sociales, ni de sexo, ni de religión; Aquel que nos une y que no nos
separa, porque todos tenemos la misma esencia, la esencia de la chispa divina,
que es la que nos hace reconocernos como
hermanos en la iguadad y un Todo en la Unidad.
Por todo ello... ¿De qué vamos?
NND